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Lima, martes 19 de marzo del 2024

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"Robo al Banco  Nuevo Mundo"
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El Banco

Fundar un banco, y tener éxito en el propósito, no es nada fácil. Para hacerlo no se requiere sólo dinero sino, y sobre todo, perseverancia, honestidad y responsabilidad. Pero hay otro ingrediente sin el cual es imposible: reglas claras y un Estado independiente del poder económico.

A principios de los noventas el país vivía una profunda crisis económica y política.

El primer gobierno de Alan García, del 1985 a 1990 había sido, para decirlo en una palabra, desastroso. Alberto Fujimori, cuando asumió el gobierno el 28 de julio de 1990, encontró un país en escombros, sin dinero, fuera de la comunidad internacional y con un movimiento terrorista sanguinario como Sendero Luminoso a punto de tomar la Capital de la República.

La crisis política que vivía el Perú, a principios de la década de los noventas, era muy singular. Por un lado los partidos políticos tradicionales que estaban representados en el parlamento habían sido dejados de lado por el autogolpe que el presidente Fujimori dio el 5 de abril del 92. Por el otro, el país se encontraba en una situación económicamente endeble.

En estas circunstancias, hacer una inversión de esta naturaleza se convertía en un enorme riesgo inclusive para la propia integridad física. A pesar de esta coyuntura mi padre decidió, con el apoyo de los hijos, seguir apostando por el Perú.

No era nuestra primera experiencia bancaria en el Perú. En realidad, no obstante nuestra juventud, Banco Nuevo Mundo era nuestro segundo banco. En 1981, durante el gobierno de Fernando Belaúnde Terry, habíamos fundado Banco Latino. Un banco muy exitoso cuyo 35% de participación vendimos en 1984 para dedicarnos a la construcción que era nuestro objetivo empresarial. Igual hicimos con Frecuencia Latina cuyo 22% de participación, también vendimos en 1985.

Estas ventas fueron realizadas en un buen momento. Alan García, en 1987, durante el tercer año de su mandato, decretó la estatización de la banca y capturó todo el sistema financiero. La presión de la opinión pública lo hizo retroceder en este que fue, a la postre, el mayor error político de su gobierno.

Pero en 1992 vimos otras perspectivas. A pesar de la crisis política y el terrorismo vimos una oportunidad.

En Setiembre del 1992 se produjo luego de un meticuloso trabajo de inteligencia y luego de seis meses de la captura de Abimael Guzmán Reynoso, Camarada Gonzalo, fundador y máximo líder de Sendero Luminoso. Esta captura representó un golpe psicológico contra el terrorismo.

Fujimori, por quien no habíamos ni siquiera votado, incentivó la inversión privada. Reglas claras establecieron parámetros técnicos que generaron un marco de estabilidad al empresariado. No se requería de “influencias” en el Estado. Ni para hacer empresa ni para hacer un inversión se requerían padrinos y por eso decidimos volver a la banca.

Fundado el 25 de enero de 1993, Banco Nuevo Mundo, se caracterizó desde el inicio por ser un banco muy profesional. Nuestra organización fue siempre horizontal, rápida y eficiente en la toma de decisiones. Con el claro y obsesivo objetivo de crecer, invertimos todas las utilidades y además realizamos aportes frescos de capital que consolidaron rápidamente nuestra posición. El servicio ágil y márgenes financieros competitivos atrajeron la demanda.

Un banco es una compañía de servicios y por lo tanto su mayor capital es su recurso humano apoyado por sus sistemas, procedimientos e infraestructura. Siempre tuvimos esto claro y por ello los ejecutivos convocados fueron del más alto nivel para quienes sólo había una consigna: profesionalismo y dedicación. Bajo estos cánones logramos armar un equipo comprometido con el desarrollo de la institución.

¿Por qué crecíamos?¿Cuál fue el secreto? No hacíamos diferencias ni preferencias con nadie. No discriminamos en nuestras colocaciones. Nuestro trato igualitario a todos los clientes y nuestro real deseo de servir nos llevó por el sendero del crecimiento. La compra de Banco País hacía patente nuestra intensión de participar en la banca de consumo y del micro crédito. El Perú empezaba a ordenar su economía y nosotros queríamos ser parte de ese crecimiento.

En esa línea de trabajo y con la mira clara en el crecimiento y en la competitividad compramos en 1998, Banco País, propiedad de unos inversionistas chilenos. Banco Nuevo Mundo aparecía en el firmamento financiero no sólo como una realidad sino como una fulgurante figura de la banca nacional. Pequeño pero eficiente, avanzaba sin sobresaltos.

No obstante la crisis en Asia y en Rusia, Banco Nuevo Mundo pasó esa prueba con firmeza, e importantes instituciones nos empezaron a monitorear.

En diciembre de 1998 en un congreso de banqueros en Washington importantes ejecutivos de Bank of America nos comunicaron su interés en trabajar juntos en nuestra expansión adquiriendo, para tal fin, otras instituciones del sistema financiero. A fines del 99, en Quito, Ecuador, acordábamos con el propietario Banco Pichincha, principal accionista del Banco Financiero de Lima, la adquisición.

Un año más tarde, la Comisión Nacional Supervisora de Empresas y Valores, CONASEV, señaló que del análisis correspondiente reflejaba la estabilidad financiera y solidez patrimonial, y luego de satisfactorios informes de dos clasificadoras de riesgo, Apoyo y Asociados Internacionales SAC y Class Asociados, nos autorizó la emisión de acciones en la Bolsa de Valores de Lima. Esta autorización era la conclusión de un arduo trabajo de revisión de nuestras cuentas por más de un año.

La compra de este banco y la emisión de acciones en Bolsa, nos convertirían en un jugador importante de la banca nacional, pero también –sin saberlo- en un competidor incómodo para ciertos grupos poderosos. Estábamos dejando de ser chicos y el juego y las reglas eran otras. Lo que para nosotros era éxito para otros era peligro. Mientras mirábamos el futuro con optimismo otros lo hacían con preocupación. Alguien bajó el dedo y el panorama cambió abruptamente.

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